Por Ricardo Klein Para Frontera Rock y Energy 99
El rock mexicano amaneció golpeado. Este pasado 7 de diciembre 2025 , la escena perdió a Tony Méndez, guitarrista fundador de Kerigma y figura fundamental en la construcción del movimiento que hoy llamamos rock nacional. Su partida no solo duele: obliga a mirar hacia atrás y reconocer a quienes, con guitarra en mano y convicción en el alma, levantaron una escena desde cero, cuando nadie apostaba por ella.
Tony no solo tocaba en Kerigma —la banda que ayudó a fundar y que formó parte del mítico movimiento de “rock en tu idioma”—; también fue uno de los impulsores más activos de espacios que dieron vida a generaciones enteras de músicos mexicanos. Desde La Rockola hasta Rockotitlán, Tony entendió que el rock necesitaba más que canciones: necesitaba trincheras, refugios, lugares donde las bandas pudieran sonar sin pedir permiso. Y él se encargó de abrir esas puertas
Con Kerigma, Tony dejó una huella profunda en los años 80 y 90, cuando México empezaba a construir su identidad sonora. Discos como Esquizofrenia y canciones que hoy son culto —“Tres lunares”, “Adivíname tú”, “Euforia”— mostraron un sonido distinto: más introspectivo, más arriesgado, más libre. Kerigma no buscó encajar; buscó expandir. Y en esa búsqueda, Tony fue la brújula silenciosa que apuntaba hacia adelante.
Pero su legado no se limita a un escenario o a un estudio. Tony fue un arquitecto de comunidad. En Rockotitlán, bajo su gestión, tocaron bandas que después marcarían generaciones. Ese lugar se convirtió en un laboratorio creativo, una trinchera que le dio hogar al rock mexicano cuando todavía caminaba entre sombras y prejuicios. Muchos músicos recuerdan ese espacio como el primer sitio donde se sintieron escuchados de verdad.
La noticia de su fallecimiento provocó una ola de mensajes, recuerdos, fotos, anécdotas. Y es claro: Tony no solo impactó por su labor musical, sino por su cercanía, su forma de cobijar proyectos y su empeño en fortalecer la escena incluso cuando él mismo enfrentaba momentos complicados. Hasta el final, su familia y la comunidad rockera lucharon a su lado.
Hoy, desde Frontera Rock, celebramos su vida y su obra. Reconocemos al músico, al creador, al impulsor, al amigo. A ese tipo de figuras que no aparecen todos los días y cuya ausencia deja un hueco real en el ecosistema musical del país.
Tony Méndez fue más que Kerigma. Fue más que Rockotitlán. Fue una parte esencial del ADN del rock mexicano. Y su legado seguirá sonando —en los discos, en los escenarios que ayudó a levantar y en cada banda que alguna vez encontró inspiración en su camino.
Descansa en paz, Tony.
Gracias por encender la chispa. Gracias por dejarnos el ruido. En este lado de la frontera, tu música seguirá viva.


