Por Carlos Ramírez / Colaborador

Escribir un artículo sobre esta banda me resulta, nuevamente, un gusto descarada y severamente personal, algo ineludible y que es parte de un soundtrack que persiste en el tiempo, de una paleta colorida con la que pinte parte de esos momentos sombríos pero al mismo tiempo pasionales y llenos de melancolía en varios periodos de mi existencia, me refiero a los ingleses, My Dying Bride, que con dicho nombre ostentan una corona oscura pero repleta de símbolos, evocadores de dolencias humanas y lágrimas petrificadas en forma de diamantes que obran como condecoraciones inequívocas de su estatus majestuoso como una banda dominante en un estilo y música únicos, hacedores de un sonido realmente melancólico y atmosférico, han ido cabalgando en las negras praderas del death en sus inicios y gravitando hacia el doom jugando también con elementos de metal gótico, sírvanse estas líneas sobre la banda como una inmersión hacia los adentros de los dioses (catalogo y piezas clave) que bajaron del sol para oscurecerse entre nosotros los mortales (haciendo referencia a sus discos más representativos).


My Dying Bride es una de las bandas más influyente en su nicho y sus discos han sido producto de fascinación para muchos fanáticos quienes hemos podido encontrar en su estilo de metal algo que se aleja de los márgenes tradicionales ofreciendo ser un cobijo (me atrevo a decir) casi peligroso…la música de My Dying Bride puede resultar un tipo de consuelo sónico poseedor de una áspera capa de frialdad y que amortigua penurias y periodos depresivos con su estilo de metal pero que curiosamente también fungen como una fuente generadora de satisfacciones, múltiples y profundas emociones revestidas de luto y dramatismo alineados en una bizarra armonía.


No se exactamente que fue lo que me atrapo al descubrir a esta agrupación a principios de los 90’s, para ser exactos, en 1993 me encontré con su disco del mismo año, el majestuoso y legendario, “Turn Loose the Swans”, quizás fueron los nítidos pero aplastantes violines que adornaban momentos clímax de esta producción, quizás la contundencia de la batería con excelso manejo de doble pedal o quizás las guturales de su vocalista Aaron Stainthorpe que se combinaban con unos registros tan depresivos, dolientes y tormentosos como buscando embarrarnos con la agonía de sus registros invitándonos a morir de un solo golpe en su intento.


My Dying Bride son maestros en ámbitos de la tristeza, esparciendo un credo denso en el más decrepito sentido proyectando con finura el abandono de uno mismo, la perdida, el luto, la desesperanza, su música no es para nada efervescente y aunque en algunas producciones haya variantes con algunas odas al amor perdido, al amor más sublime tambien, nos vuelven a sorprender con pasajes inesperados siendo opresivos y en definitiva, los indiscutibles embajadores de una total y asfixiante miseria del espíritu, agonía que resulta ser, vaya la redundancia, deleitante (si, deleitante).


En los años donde el medio de intercambio por excelencia era el “tape trading” o intercambio de material entre coleccionistas y fanáticos de esta música, pude hacerme de una copia grabada en un cassette sony de cromo del disco, “The Angel and the Dark River” de 1995, la nota en el sobre decía, “MDB son grandes”… trabajo de larga duración posterior a “Turn Loose the Swans”, donde la banda nuevamente deleito los oídos y las golpeados espíritus de los fans con un puñado de temas que parecían sacados de un cuento triste, con esa forma épica y llena de momentos melancólicos, ahora con pasajes y momentos a piano que reafirmaban la postura de la “la novia agonizante”, un trabajo que sigue con esa línea de pesadez y miseria ssolo que con una producción más clara y directa y nuevamente elevando esos espacios aurales con un violín fúnebre y embelesador.


En este punto, ya sabíamos que su música no era el típico grupo de death metal con intenciones de martirizar a las multitudes de fans a base de velocidad o martillazos, los ingleses tenían una propuesta que combinaba con perfección y arrojo lo mejor del death metal clásico con violines, pianos y atmosferas sombrías, elocuentes y llenas de majestuosidad, ya estábamos mas que convencidos que la banda era especial y que eran, también, el pretexto ideal para esos días lluviosos donde la cobija, las nubes negras y tu ventana eran los únicos testigos y acompañantes ante los himnos llenos de excruciante dolencia y penuria, el mensaje de My Dying Bride era más que elocuente, música no apta para días felices, bueno, esto último, algo relativo.


Fue en 1996 donde la banda llego a un nivel de perfección (debatible, por supuesto) que nos voló la cabeza y sublimo nuestras consciencias, el magnífico, “Like Gods of the Sun, este disco al cual otorgo un carácter de vital y obligatorio, abrió un portal a una nueva dimensión, lo considero el perfecto equilibrio entre lo pesado, un doom metal letal que suena a tristeza elevada a cimas incalculadas, riffs filosos, golpes de batería portentosos, armónicos increíbles, atmosferas y mucho, mucho sentimiento, todo esto aderezado por violines que conmueven, erizan la piel y unas vocales igualmente atormentadas escupiendo puro dolor, poesía e inmortalidad, disco de proporciones inconmensurables (en verdad), que manera de erigirse en lo mas alto, increíbles.


Mas adelante, se venían momentos de cambio, varios de carácter significativo tanto al interior de la banda como en el departamento creativo, una especie de crisis sacudió el campamento de la novia moribunda, llego nueva música de My Dying Bride en 1998 pero no de la forma en que nos tenían acostumbrados, fue el momento de una producción titulada, “34.788%…Complete”, titulo inspirado en un sueño que tuvo Calvin Robertshaw, guitarrista y uno de los miembros fundadores de la banda, en dicho sueño a Robershaw se le revelaba que la humanidad ya había gastado un porcentaje de su existencia en la tierra y en cuanto al álbum, este fue un giro radical y nada predecible en cuanto a la música, la banda se puso en modo experimental causando reacciones encontradas entre los fans del grupo, sin embargo, para algunos otros (me incluyo), el disco tiene momentos muy interesantes, retando todas las preconcepciones anteriormente generadas con respecto a la banda y su estilo, logrando un sonido que merodea con lo industrial, algo de trip, unas guitarras muy bizarras y atmosferas abstractas y de no fácil absorción, el resultado final, un disco que con el tiempo tiene un bue anejo, un toque y un tono especial al cual sigo regresando de forma frecuente, si, posiblemente sea uno de los discos mas incomprendidos en el catálogo de los ingleses.


La banda no solo ha probado su capacidad creativa y su consistencia a lo largo de los años pero han logrado amalgamar sonidos inyectando nuevos bríos dejándonos extasiados con su muy particular forma de moverse en el doom, lo gótico, lo inesperado,la banda mantiene ese filo metálico que siempre mantiene las cosas a tope de una forma profunda y convincente creando piezas de arte sónico que sobrepasan etiquetas y tendencias, su romanticismo oscuro ha prevalecido en varias producciones logrando enorme aceptación entre los más acérrimos fans del genero.


Discos posteriores como “The Light at the End of the World” de 1999, “The Dreadful Hours” de 2001, “A Line of Deathless Kings” de 2006, “Songs of Darkness, Words of Light” hasta su más reciente, “A Mortal Binding” de 2024, My Dying Bride sigue estando en ese trono de la miseria y la pesadumbre en la eterna levedad del ser, coronándose como reinantes monarcas de la miseria.

La reciente partida de su vocalista, Aaron Stainthorpe deja un hueco que han resentido fans en todo el mundo, causando reacciones encontradas con respecto a la banda, Stainthorpe ha sido, sin duda, una figura sumamente relevante en la historia de la agrupación, actualmente se puede ver que MDB cuenta con un reemplazo (Mikko Kotamäki de Swallow the Sun, banda finesa) en temas de giras y
presentaciones y esto provoca importantes preguntas… ¿Cómo sonara un siguiente capitulo de la banda bajo una nueva voz? ¿Qué dirección podría tomar el sonido y música de la banda sin una de las piezas clave que abonaban a la identidad de su concepto? Un evento que invita a revisitar las viejas glorias sónicas de la novia moribunda o bien optar por pasar el duelo de esta perdida con esos temas de tristeza que aniquila con una copa de vino y velas a la luz de la luna.

  • Aaron Stainthorpe (voz, hasta 2025)
  • Andrew Craighan (guitarra, miembro fundador)
  • Lena Abé (bajo)
  • Dan Mullins (batería)
  • Shaun McGowan (violín y teclados)

Web Oficial https://mydyingbride.net/

Por Carlos Ramirez

Uno de esos viejos colegas de la escena 90era trajo su colección completa de discos para reclamar un poco de esa historia sónica, como buen fan, historia de la cual se sintió participe en esos primeros años de efervescencia, el motivo era inequívoco, rozar unas firmas del gran Dave Ellefson, ex bajista de Megadeth quien se encontraba de gira por el país y Latinoamérica con su Basstory y la fortuna y los años permitieron que dicho caballo de batalla tuviera una visita a nuestro querido noroeste, aplaudí el entusiasmo de ese viejo, su optimismo era innegable, no obstante, este hecho me puso a pensar y a ver ese momento en el tiempo con cierta reserva ya que sabía de antemano que no se había programado ni anunciado un “meet and greet” a lo que guarde la compostura y dije a mis adentros, “con un poco de suerte y si consigue que le firmen sus discos”…

Los eventos se fueron acomodando hasta que tuvimos en vivo y en directo a Dave Ellefson acompañado con músicos de la región haciendo un espectacular trabajo (Element) y aunque el set fue de aproximadamente una hora, el legendario músico salió prácticamente corriendo de aquel pequeño antro sin permitirse algunos momentos de convivencia con los fans.

El rostro de aquel viejo amigo estuvo serio y apesadumbrado y note como mantuvo ambas manos pegadas en el set de discos perfectamente apilados en la mesa, jewel cases intactos, sin un solo rasguño o mancha de grasa o polvo, es evidente que fans con ese nivel de dedicación y fervor hacia la música de Megadeth hacen todo lo necesario para hacerse de una foto o un momento con algún integrante de la banda, aquella noche todos fuimos testigos de una gran actuación que quedaría en la memoria colectiva de todos los que ahí nos congregamos, una actuación cumplidora, un pedacito de la historia de Deth’ en un espacio de provincia, al norte del país.

Seguramente te estes preguntando cual fue el desenlace de aquel intento de firma de discos, no hubo tal para desgracia de aquel ferviente seguidor y aunque este detalle pudo calar en lo más profundo a alguien que aprecia de todo a todo la trayectoria de semejante monstruo metálico, la experiencia se nos entregó como se había prometido, podíamos irnos a casa con una sonrisa en los rostros pues vimos a Junior en acción…

Seguramente, esos discos que se quedaron sin autógrafo deben estar todavía en una fina gaveta de caoba, detrás de una gruesa vitrina, a buena altura, a la par del Horrorscope de Overkill, el Practice what you Preach de Testament y el Arise de Sepultura, lejos de manos profanas o ajenas al metal, material impoluto que de vez en cuando estará visitando el plato giratorio de un carísimo reproductor y recordándole a este viejo fan aquella noche trágica donde el malvado Dave Ellefson salió casi corriendo sin siquiera regalar unas cuantas mega-firmas, trágico, trágico en verdad.

Megadeth ha anunciado su retiro y con ello se queda un espectro impregnado en el alma y la memoria de quienes crecimos y vibramos con su historia, una confirmación de que la música de esta banda ha dejado una huella y un tremendo legado, un saldo a favor, gratificante, con la firma de la convicción hecha himnos colosales que respiran vida propia en cada álbum, cada reproducción, en cada show en vivo, desde “Killing is my Business” como declaratoria de una revancha hasta “The Sick, the Dying and the Dead”, que los encumbra como el monstruo legendario que se ha mantenido intacto en ese vigor poderoso característico, como titan del thrash, llenos de musculo metálico.

Mi bautizo fue un verano de 1991 cuando tuve en mis manos un cassette de una banda llamada Megadeth titulado, “Rust in Peace”, el cual escuche infinidad de veces y que sigue causando esa sensación en los sentidos, estremecimiento, poderío, una explosión de adrenalina, una experiencia épica de enormes repercusiones para un adolescente que intrigado por los sonidos veloces y filosos pud
encontrar un oasis para el espíritu quedando marcado de por vida, dichas repercusiones incluyeron pensamientos y reflexiones sobre política, guerra, religión transmitidos por la garganta colérica y muchas veces incomprendida o no apreciada de Dave Mustaine, sumemos la andanada de violentos y complejos riffs y solos de Marty Friedman capaces de arrastrar la conciencia hacia el mismísimo ojo de tornado en su punto más álgido hasta el éxtasis melódico de un Youthanasia o un póstumo The World Needs a Hero, un pacto sellado que se ha cumplido hasta el día de hoy a mis 51 años, en efecto, han dejado una marca.

Con altas y bajas, con rotación de integrantes, con guerras internas donde los demonios y los excesos sumieron a sus fundadores a oscuros rincones, la música creada por estos soldados del thrash vivieron disyuntivas que replantearon el nombre del juego, con variables que no demeritaron la prosapia y talento música y un pedigrí digno de mentes aceleradas como las de Mustaine y Ellefson, en esta fórmula, no creo que sea para nada egoísta pensar en los aportes de Jeff Young, Chris Poland, Gar Samuelson quienes también son células que desarrollaron al gigante Megadeth que conocemos hasta este dia.

En el marco del último disco y despedida de la banda, encuentro con nostalgia, jubilo y con la certeza que Deth’ nos ha dejado grandes lecciones de vida, algunas viendo a la muerte de frente y otras más de índole personal que desafiaron el paso de esta agrupación, el “colorado”, mote adjudicado de forma cariñosa por el público latinoamericano a Mustaine, llega a la última estación siendo el gran artífice y el arquitecto de esta maquinaria enfundado en esta armadura como el héroe a vencer, el villano favorito o uno de los egos más inflados o difíciles de lidiar de la escena, una voz incomoda y un especialista en la venganza calculada, donde resaltan elementos como la convicción, la toma de acción, las decisiones difíciles (aunque estas no sean las más populares) la estrategia y la resiliencia.

A modo de anécdota, no puedo dejar de pensar en lo cerca que estuve de conocer a dos de sus integrantes claves, de esas ocasiones que menos te esperas, en algún trabajo, me tope con una persona que durante su hora de comida decidió compartir su proceso de rehabilitación y de sus ganas de salir adelante cuando de repente, un dato te hace abrir los ojos y agudizas tu radio de atención, solo imagínate escuchar a alguien decir que dos tipos rubios de largas cabelleras, famosos, van cada 15 días a dar sus testimonios sobre sus batallas con las adicciones en uno de esos grupos de AA, la curiosidad es

demasiado enorme como para no dar el paso y preguntar, ¿dices que esos dos personajes son rubios, melenudos y famosos? El remate ante este cuestionamiento asoma un dato aún más revelador, “ambos se llaman igual” … “acaso Dave Ellefson y Dave Mustaine”?? pregunte incisivo.–exacto, esos son, tocan rock pesado o algo así—no más preguntas Y es así, como la vida va abriendo esos espacios y canales audaces donde la sorpresa hace su jugada de ultima hora, yo no he tenido la oportunidad de ver a una de mis bandas más reverenciadas en vivo y no por falta de ganas, no me dejaran mentir que hay tantas bandas visitando nuestro país en los últimos años que resulta un auténtico reto poder vivirlos todos.

Es así como el destino pone una última ventana de oportunidad, la del 8 de Mayo en la ciudad de Monterrey, evento ineludible, una última llamada, para decirle adiós a uno de los tanques que más guerra han dado, con quien peleamos y gritamos codo con codo desde nuestras cuevas (habitaciones de nuestras casas), coreando, “Holy Wars”, en un ritual que nos hizo levantar el puño y mover la cabeza
frenéticamente por tantos años, se va Megadeth y siento que lo hace en la cima, sin remordimientos, con conocimiento de causa, se van con honores, espero estar ahí, en primera fila.